El naturista británico David Attenborough, muchos le reconocemos sobre todo su voz en los documentales de la BBC, recogió esta semana pasada en Santiago de Compostela el premio Fonseca de divulgación científica de la Universidad de Santiago y el Consorcio de la ciudad
El naturalista británico ha asegurado que el mundo nunca ha estado tan amenazado como en el momento actual y ha lamentado la falta de consenso sobre política medioambiental pese a los numerosos foros existentes para abordar estas cuestiones.
Attenborough advierte de que los políticos no son completamente conscientes de la situación que atraviesa el planeta, como nota positiva nos dice que hace 50 años «no eran conscientes en absoluto».
Uno de sus comentarios sobre que el coste de la energía incluya el impacto medioambiental es una consideración que debe afrontarse de una vez por todas en las políticas medioambientales de las sociedades actuales. Como él bien dice, ésta es una decisión que los políticos no se atreven a afrontar.

Resulta muy interesante la cuestión que hay detrás de sus afirmaciones, hasta que el coste de la energía no recoja todas las externalidades negativas de la producción derivada de tal output y que ese coste se traslade al precio, no tendremos los ciudadanos una conciencia verdadera de lo que nos está costando consumir energía y materias primas como si aparecieran por arte de magia cada vez que encendemos el motor del coche, cada vez que encendemos la televisión o mantenemos nuestras casas a 25ºC cálidamente confortables. Los procesos productivos de energía, son demasiado caros, el coste de las externalidades que estamos produciendo a la vez que generamos energía no creo que se refleje en el precio. Precisamente, el alto coste de generación de las energías limpias es lo que algunos utilizan como excusa para seguir utilizando procesos muy contaminantes, pero en estos casos los costes de producir tal output no incluyen los costes mediambientales que deberían incluirse si queremos anaizar correctamente la eficiencia de producir energía de fuentes como los combustibles fósiles, o incluso la hidroeléctrica o la eólica.
El sol se pasea cada día por encima de nuestros tejados, al menos por el momento